miércoles, 19 de septiembre de 2012

PIRINEOS IV - 14/08/12 - Ordesa

Hoy nos pegamos el madrugón. Desde la última vez que estuve en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (hace más de 15 años) han cambiado las cosas considerablemente, y según mi opinión, para mejor.

El acceso al Parque está restringido estos meses de verano en 1.800 personas diarias, y además el traslado se realiza en autobús desde Torla (por un módico precio), estando el paso vetado para vehículos particulares. Sinceramente, creo que salimos ganando todos, la naturaleza y los humanos. Se evita masificar el Parque en fechas concretas y además la romería de vehículos a motor subiendo hasta el aparcamiento.

Así que nos levantamos a las 6:00 h. (gracias otra vez, sufrida familia), nos volvimos locos para encontrar pan del día en Torla a esas horas (se puede conseguir, buscar un café-librería que no me acuerdo como se llama, pero que hace unas "baguettes" estupendas) y llegamos de los primeritos al Parque. 

Nos liamos con la archiconocida ruta de la cascada de la Cola de Caballo:

La ruta atraviesa el majestuoso bosque, con grandes ejemplares de haya, algunos ejemplares enormes de boj y otras frondosas. A esas horas despierta el bosque, y siendo de los primeros en recorrerlo, todavía podemos toparnos con abundante fauna. Pudimos escuchar el reclamo del Pito negro y  el ruido que hace al golpear con su pico en los árboles (tamborileo).


Fuimos viendo por el camino a los páridos habituales, Carbonero palustre y garrapinos, y mucho Trepador azul.

Al poco se llega a la Cascada de Arripas, luego a la de la Cueva y a la Cascada del Estrecho. Todas dignas de hacer una parada y disfrutarlas con todos nuestros sentidos. Por todo este camino se siguen atravesando zonas umbrías del bosque, donde abunda el Mirlo y el Petirrojo.

Petirrojo  (Erithacus rubecula)


El camino sigue ascendiendo   


 acercándose a las Gradas de Soaso 


precioso paraje que nos da paso a las praderas y al circo de su mismo nombre.


Ya en las propias Gradas de Soaso, vimos un rebeco (mejor dicho Sarrio, luego lo explico) que no pude fotografiar, pero bueno un poco más adelante, aunque fue sin telescopio, conseguí agarrar a este:



Sarrio (Rupicapra rupicapra pyrenaica)
La especie de rebeco que habita Pirineos es más grande y robusta, y difiere ligeramente en color de los rebecos cantábricos que pertenecen a la subespecie (Rupicapra rupicapra parva). Se entiende por Sarrio al de Pirineos y Rebeco al del Cantábrico. La población pirenaica de Sarrios la cifra en 35.000 indiv. aprox., Francisco J.Purroy en 2005, repartidos entre el Pirineo catalán, aragonés y navarro.

Estos herbívoros salvajes, junto al ganado doméstico que pasta por estas alturas, mantienen las praderas en perfecto estado.

Por fin divisamos a lo lejos la Cascada de la Cola de Caballo 




así como la impresionante visión de Monte Perdido y el Pico de Añisclo.

La simple observación de la cascada, hace que merezca la pena la caminata




y aún más, catar sus limpias y frías aguas


Vuelta de nuevo por el bosque



























Una mirada de despedida a los paredones:

Y por último, preguntita de rigor a la Guardería del Parque: ¿Cuantas águilas reales crían en el Valle de Ordesa?. Respuesta: Una sola pareja (bueno, algo es algo).

Nada más amigos, reseñar que en río vimos Mirlo acuático, en las praderas Colirrojo tizón, Acentor alpino, etc., Chovas y Buitres leonados en los roquedos, y un par de marmotas huidizas que no se dejaron fotografiar.

Hasta la próxima entrega.

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